Historia de la Fe bahá'í en El Salvador
Historia
'Abdu’l-Bahá menciona 2 veces a El Salvador en algunas de sus cartas conocidas hoy como las Tablas del Plan Divino, y haciendo referencias a éstas, El Guardián de la Fe bahá'í, Shoghi Effendi, menciona 1 vez a El Salvador en una de sus cartas, que hoy componen el libro El Advenimiento de la Justicia Divina. Así inicia la historia de la Fe bahá’í en El Salvador, en los tempranos años del recién pasado siglo.
Después de la histórica mención, es lanzado el primer Plan de 7 años. Así como el sol nace entre las frescas montañas salvadoreñas, iluminando todo el territorio, los abnegados pioneros abren localidades a la Fe en todo el mundo.
Tras este llamado, un alma de apenas 17 años, viaja a El Salvador. John Eichenauer, el primer pionero en llegar a El Salvador, y además, quien abre este territorio aún virgen a la Nueva Revelación de Dios.
El sol despunta en los cafetales salvadoreños. Amanecen las zafras, cantan los gallos, y la ciudad empieza a vibrar en aquel 25 de Octubre de 1939, que será recordado por ser el día en que la Fe bahá’í se establece en El Salvador.
La década finaliza con 11 bahá’ís declarados. Entre ellos el Sr. Teodoro Bernal y el Sr. Luis Pérez, los primeros creyentes registrados en las cartas que Johnny envió al Guardián. Asimismo, hay mención del Sr. Emilio Bermúdez y Sr. José Manuel Vela.
La vida comunitaria va tomando lugar y se forman los primeros grupos de estudio en la capital. Para 1942 se forma la primera Asamblea Espiritual Local del país, electa en San Salvador. Los esfuerzos de enseñanza en occidente traen al primer bahá’í declarado en Santa Ana, el Sr. Benjamín Altamirano.
Actualidad
En El Salvador los cerca de 1.500 bahá’ís junto con sus amigos y organizaciones afines están intentando fortalecer procesos de creación y fortalecimiento comunitario que llevan la semilla de un nuevo tipo de sociedad basada en la cooperación y la reciprocidad en alrededor de 45 localidades. En estos procesos, adquieren un papel muy relevante tanto la educación y el empoderamiento espiritual, moral e intelectual de niños, adolescentes, jóvenes y adultos que desean contribuir a mejorar la sociedad, como la generación de espacios para la oración y devoción comunitaria.
Y es así como, día a día se escribe la historia. La comunidad avanza segura en el ruedo del servicio, ganando más y más victorias para la Causa, y compartiendo con la sociedad salvadoreña un modelo de una comunidad organizada, capaz de atender las necesidades espirituales de todos los miembros, desde los más pequeños hasta los más ancianos, ofreciendo modelos claves de toma de decisión basados en la consulta franca, y además, un oasis de crecimiento espiritual que ponen en contacto a las almas con la fuente celestial, el Creador, a la vez que más y más recursos se capacitan para sostener las diversas actividades que dan lugar a la vida comunitaria.